Oslo, donde se entrega el premio Nobel de la Paz, parece que pasó por una guerra

Edificios oficiales desfigurados, víctimas que reciben los primeros auxilios en aceras cubiertas de cristales: la apacible ciudad de Oslo ofrecía este viernes escenas que parecían salidas de una guerra después de la explosión de una bomba en el barrio de los ministerios.

Tras la potente explosión, la ciudad de 500.000 habitantes, donde cada año se entrega el premio Nobel de la Paz, tenía un aspecto desolador.

La explosión se oyó a varios kilómetros a la redonda e hizo añicos las ventanas de la oficina del primer ministro Jens Stoltenberg, que no se encontraba en ella en ese momento.

Todas las fachadas de la imponente torre sufrieron destrozos de tal magnitud que se veía el edificio de un lado a otro.

Todos los edificios aledaños sufrieron estragos. Según el periódico noruego Verdens Gang (VG), cuyas oficinas se encuentran en la zona del ataque, el cuerpo de una persona inanimada colgaba de una ventana reventada, poco después de la explosión.

Según un balance provisional de la policía, el ataque causó siete muertos y dos heridos graves.

Los cuerpos quedaron provisionalmente entre los escombros de los edificios para que la policía pudiera recoger indicios.

El barrio, que alberga varios ministerios, suele estar muy concurrido pero en este periodo del año muchos habitantes están de vacaciones, lejos de la capital.

Un periodista del diario que estaba trabajando cuando se produjo la explosión, pasadas las 15H00 (13H00 GMT), dijo haber visto “el infierno”.

“Lo que vi fueron decenas de personas que corrían por todas partes, gritando y llorando, heridas, cubiertas de sangre”, declaró el periodista Jon Magnus, a la edición digital del diario inglés The Guardian.

“Vi a personas que yacían sin vida en las aceras”, añadió.

La policía acordonó inmediatamente el barrio, alfombrado de cristales y papeles que revoloteaban al viento.

Las alarmas de los edificios devastados ululaban en el vacío mientras los bomberos intentaban extinguir un incendio y llegaban las ambulancias amarillas.

“Hay personas que yacen ensangrentadas en la calle”, declaró otra periodista de la radio pública NRK.

“Hay cristales por todas partes. Es el caos total. Las ventanas de todos los edificios de los alrededores saltaron por los aires”, añadió la periodista de NRK Ingunn Andersen, que inicialmente pensó en un “terremoto”.

A unos kilómetros de allí, en una isla idílica del fiordo de Oslo, un hombre disfrazado de policía abrió fuego cuando unos 600 jóvenes estaban congregados en un campamento de verano de las juventudes laboristas, en la víspera de una visita prevista del primer ministro Stoltenberg.

“Un hombre con ropa de policía llamó a jóvenes diciéndoles “vengan aquí” y los ejecutó sin más”, declararon varios testigos a la NRK.

Varios jóvenes intentaron huir echándose al agua, según testigos.

“Recibí un mensaje de correo que decía: disparan, me escondo”, contó el padre de una de las jóvenes que participaba en el campamento de verano.

“Nos hemos intercambiado mensajes de correo. Me dijo que no la llamara para no revelar su posición al que disparaba”, añadió a NRK.

Según varios testimonios citados por los medios de comunicación noruegos, el hombre disfrazado de policía es de fisonomía nórdica y estaba armado con un fusil automático.

Por el momento se desconoce el balance oficial del tiroteo.

Afp

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